
Resulta que la crítica como oficio periodístico causa un efecto tan molesto que cuando se habla de manera negativa sobre cualquier cosa, muchos, la mayoría, tiende a tildar de terrorista, de vendido, de falsete y tontarrón (bajita la mano) al crítico en cuestión; lo mismo ocurre cuando se hace manera positiva, porque siempre existe el aludido implícito que siente que es contra él.
Tarea esta que asume lo bueno y lo malo dentro de un paquete que no satisface nunca a nadie. Pero como no se trata de satisfacer, da igual. E igual da porque siempre leen los mismos, escuchan los mismos, protestan los de siempre y asienten los demás, reclaman todos y ninguno.
Digo esto, y lo sostengo, porque he ido mucho y faltado poco al gran número de conciertos que se hizo en Medellín durante 2007. Allí no vi a Alex Oquendo ni a Masacre, a David Rivera ni a Tenebrarum, tampoco a Iván Jaramillo ni a Ancient Necropsy, a Andrés Vargas ni a Thy Antichrist y me extrañó de Hugo Caro y Rock Symphony Productions, quien promueve conciertos en la ciudad.
Y no pretendo irme lanza en ristre contra ellos sino contra todos, los implícitos, porque hacemos parte de este amorfo círculo insaboro de la cultura o la escena del Metal local, en primer lugar. Da igual, reitero, porque después del esfuerzo los resultados son nimios, si se compara con las posibilidades, el trabajo y las propuestas que, a decir verdad, escasean en Medellín, en Bogotá y Colombia toda; la Colombia sitiada por los paramilitares, por la guerrilla y por lo militares de dudosa defensa, incluso.
Retomo. Son máximo 100 los asistentes a los conciertos, lo de siempre, las mismas caras y los mismos gestos porque al resto no le importa más que lo propio porque es tan bueno y es lo mejor que para qué más.
Medellín tiene tantas bandas buenas, como las que menciono y muchas que se me escapan. A estas las escuchan, las compran y las venden en CD, botones y camisetas. Pero sucede que ellas, y muchas otras también, se asumen como entes aislados e independientes que no pretenden apoyo y por eso poco participan.
Razones estas por las que debe verse siempre los mismos en el bar, en el parche, en el concierto. Por eso da igual que se abran espacios para 500, pues al fin y al cabo la suma dice 80 ó 100; porque se pide a Therion, Behemoth, Vader, Iron Maiden, pero ignoramos que apenas alcanzamos para nosotros mismos, y nos queda faltando. Ah, pero si es gratuito, sobramos, eso sí.
El Metal de la ciudad dice pensarse internacional y a varias bandas les alcanza. Sin embargo, muchas obvian la necesidad de ser buenas en la ciudad y de captar público, pero el único espacio no son los conciertos y la búsqueda del autoconsumo pues entre más articulada sea esta red, escena, cultura o montón de metaleros, más posibilidades hay de notarse acá y allá, si se es realmente bueno, claro.
No acongoja, porque da igual, pero sí es notorio que ya cansados de epatar al público local, a muchas bandas que abogan e invitan a que los consuman, no se les ve en un bar (aunque no haya muchos), ni en un parche ni en un concierto, a menos que sea el de ellos. Exhibicionismo complaciente, pero da igual.